El árbol - Luis Mizón (1942-2022)
COUPS DE COEUR POETIQUES :: QUAND LA POESIE PASSE LES FRONTIERES :: POEMES DE LANGUE ETRANGERE - ESPAGNOL
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El árbol - Luis Mizón (1942-2022)
El árbol - L'arbre
1 He aquí el grandárbol de niebla verde rodeado de andamios abandonados bajo el pentagrama de la estrella donde se pierden los caballos salvajes y se pierden las migraciones de pájaros y mariposas. Y aquí está la ciudad enterrada en luz como por un eclipse. Ilegibles ruinas imaginarias acantilados, laberintos, escrituras mudas : incisiones del cuchillo de cristal en la ira de la piedra y en la corteza del árbol. Y aquí está la basura acumulada oxidándose entre los hierros y la sangre. Y aquí están nuestras palabras encadenadas al cielo como barcos fantasmas. 2 Yo el habitante del suburbio voy errante entre la podredumbre degollada de las flores diarios amarillos y tarros de conserva y bañeras blancas como catafalcos corroídos por demasiados cuerpos para tocar el árbol y escuchar la cascada invisible del ruino de mi alma. 3 El viento ya sin cuerpo siembra una ceniza fosforescente en mi ciudad. Camino atravesando ceremonias olvidadas con mi traje de rey pobre y mi antifaz de vidrio. En su torre bajo el cielo lleno de huellas digitales el árbol murmura con su voz de libertino prisionero. 4 Que venga con nosotros los magos y los fotógrafos de la plaza los vendedores de helados y el mendigo de piernas retorcidas a la espalda el afilador de cuchillos y el enano pálido que se arrastra sin piernas. Que vengan los derrochadores de fortunas los viejos obreros de la aventura los que hicieron el ferrocarril y cruzaron el desierto y levantan ahora una mano que tiembla con la ayuda de un andrajo amarrado al puño. Que vengan con nosotros los santos imberbes atravesados de largas espinas los músicos obesos los charlatanes afónicos y el joven ladrón que lleva sobre el hombro todo el peso de la virgen coronada. Que venga el estibador perezoso ese que se esconde en la cala de un bacro mercante para tocar la armónica y las prostitutas de los muelles las que de duermen al alba violines desnudos. Que vengan con nosotros los niños hambrientos vendedores de manzanas y molinos de papel y hasta los simples locos con sus simples rostros demolidos por la pena. Que rodeen el árbol como los signos de un zodíaco cotidiano con sus cuerpos amargos y sedientos y sus voces de fantasmas perdidos en el polvo solar. 5 Iremos al barrio más pobre de los cerros al espacio abierto donde canta entre el desorden de las máquinas rotas y la basura espumosa y agria. Iremos por un sendero sembrado de insectos luminosos Rodeados por la gran ciudad intangible como el grisú cruzaremos el campo deportivo donde duermen los caballos del circo bajo un sueño de humo. Iremos a ese lugar más allá de las últimas calles sin salida. Iremos a sentarnos juntos en las graderías de tierra apisonada en los límites precisos del poema : arde como un gran fuego de hojas secas. 6 No crece ne la tierra sino en el cráter de un volcán apagado en el fondo reseco del mar entre los excrementos del demonio sobre la muerta misma. Crece amarrado al horizonte polvoriento apoyado en muletas de hierro midiendo la luz y los signos de una gran piedra azul tallada por los trazos aéreos de la araña. Crece levantado una población de espectros en la erosión del viento. 7 La baja marea descubre vastas grutas llenas de nuestras voces de remeros los caracoles de nuestra risa la imagen de alas y velas desplegadas que dejan los barcos hilando sin detenerse el horizonte y la memoria. Son murmullos del árbol navegante sobre la miseria de los hombres sin lenguaje son nuestras voces que regresan como escorias del mar. 8 La madera que sueña nos amarra a sus voces. Ven bajo la sombra del mástil a escuchar la historia de tu vida : meteorito que raya la memoria y la mirada. Piedra luminosa que canta en la distancia del espejo. Nadie diría que estás solo con las manos en la nuca en la raíz de la piedra. 9 Nadie tiene suerte entre nosotros apoyados contra el muro de los mendigos ni siquiera los fantasmas del circo que cabalgan por las playas cerca de un monstruo moribundo. Nadie tiene suerte bajo los álamos y su fortalezas de maleza ni bajo los eucaliptos de la costa que pasan sobre el agua inmóvil. Bajo los grandes árboles olvidamos el olor de la muerte. Y un mago nos muestra una mano donde gira una moneda de plata y otra donde gira una esmeralda. 10 Colgameros en las ramas nuestras ropas de gente pobre. Emigrantes casi no tenemos recuerdos sólo una herencia lejana de objetos que no sirven à nadie salvados del naufragio de las cosas mínimas abrigos que se vuelan como volantines zapatos fatigados camisas de colores. Colgameros en las ramas nuestras ropas de gente pobre. Esqueletos de niños amarrados de cintas de colores. Reliquias. ! Que las quemen en la cera de la luna ! Que se queme también el peso sórdido del hombre sin memoria. Que se laven en el rocío y despierten con los pájaros apátridas al encuentro de las voces. Los vientos alisios levantan sobre el mar el expectro del árbol músico. 11 Iremos bajo las grandes manos de ceniza verde. Nos darán de comer. Van a contarnos una historia extravagante de sonidos finos de palabras rotas. Van a mostrarnos un circo de máscaras y voces y dormiremos como niños desnudos en la inmensa cocina de la noche. 12 El árbol se disfraza de circo de pavoreales y de acróbatas sopladores de vidrio silbador inventivo dialéctico inagotable papagayo adivino y curandero. Autómatas que danzan la partitura de la golondrina lanzadores de cuchillos con los ojos vendados y pulpo gigante más azul que el índigo casi dormido entre los corales encerrando en sus tentáculos la ciudad imaginada. El árbol se disfraza de jugador de ajedrez levantando la lozas de la perspectiva y de exorcista de pesadas manos manchadas por alas de fiariposas de ángel con cabeza de fauno y de monja enamorada que simular dormir vestida sólo de rosarios de cordel y monedas de vidrio. En la noche, el árbol se disfraza de marinero para tatuarse los brazos y las piernas dejarse abrazar por prostituas borrachas y llorar en los muelles bajo el humo del alba. 13 Que venga también mi padre a jugar a las cartas bajo el árbol Unico solitario en los ritos puros del alba. Que vengan mis amigos sin suerte el seductor de la princesa et que lucha con el ángel los que han llorado en plena calle y la mujer que huye del poeta. Que venga incluso el desdeñoso el que sacude el polveo de su chaqueta cuando pasa bajo un viejo poema. Que vengan todos atravesando el fondo reseco del mar a reirse de mi cara de poeta corroida por el canto de la sirena. 14 Que vengan los rechazados los sórdidos y los traidores los deformes los mutilados los amnésicos los cobardes los solitarios. El hombre sin ojos sin sexo el hombre con las manos amarradas a la espalda. Los que han sido fusilados rápidamente entre ladrillos y barriles al alba en un muelle podrido. Los que han sido arrastrados por el barro sin dejar huella y los dioses sin poderes olvidados castrados humillados que nos han dejado signos difíciles a descifrar. 15 Con humildad de peregrino acértate al árbol-sin-miedo color de sombra roja a pedir consejo a su ternura de pagano: - Enséñame a tenerme en pie a dominar el espacio sin imitar la muerte 16 El árbol se rodeaba de laberintos aparecía en sueños a detrás de una ventana y nos excluía de la vida como la pasión ajena. Perdido en su propia memoria y entre sus voces errantes desaparecía en las puertas falsas de la mañana y aparecía allí donde nadie lo esperaba cargado de flores y de abejas como un sacerdote que murmura su locura apacible bajo el estallido del fuego inmóvil. Teatral y lejano confundía la caricia y el abrazo. Mostraba detrás de una fotografía de familia un rostro azorado hecho de nubes y de pájaros. O bien olvidábamos el árbol viajábamos en trenes por la tierra irreal y de pronto atravesábamos el estruendo de sus canciones vagabundas y el árbol se alejaba para siempre como un poeta en la muche dumbre. 17 Y el poema desaparece en sus huellas se hace clandestino como el oro en la memoria de los ciegos o la carta que lleva cerca del corazón el mensajero de la estepa. Lo que teníamos que decir y no dijimos no ha muerto sólo ha perdido su cuerpo tranformado en murmullo en el polvar solar. Lo que teníamos que decir y dijimos sin escritura ni testigo no ha muerto quedó murmurando en su coraza de cobre y plumas verdes y el poema se ha transfigurado en la respiración reciente de alguien que está cerca que está lejos que está de viaje que llegará mañana como una resurrección de las palabras 18 Reposa bien tu cabeza en la paz de mis raíces. Soy la voz que murmura en tu alegría el contador de historias y mentiras que apaciguan en la intimidad de la sombra bajo la demesura de los gestos 19 Y el poema es una mancha de viento sobre el mar acero manchado por los sueños que se alejan murmullos de Galaxia en la concavidad de tu memoria relámpagos borrados sobre la playa. | 1 Voici le grand arbre de brouillard vert. Des échafaudages abandonnés l’environnent sous le pentagramme de l’étoile là où se perdent les chevaux sauvages et se perdent les migrations d’oiseaux et de papillons. Voici la ville ensevelie dans la lumière comme par une éclipse. Illisibles ruines imaginaires falaises labyrinthes écritures muettes : coupures d’un couteau de cristal dans la rage de la pierre et dans l’écorce de l’arbre. Et voici l’ordure accumulée rouillée entre la ferraille et le sang. Et voici nos paroles enchaînées au ciel comme bateaux fantômes. 2 Moi l’habitant du faubourg j’erre entre la pourriture égorgée des fleurs les journaux jaunis les boîtes de conserve et des baignoires blanches comme des catafalques rongés par trop de corps pour toucher l’arbre et entendre la cascade invisible du bruît de mon âme. 3 Le vent déjà sans corps sème une cendre phosphorescente dans ma ville. Je marche à travers des cérémonies oubliées avec mon costume de roi pauvre et mon masque de verre. Dans sa tour sous le ciel plein d’empreintes de doigts l’arbre murmure avec sa voix de libertin prisonnier. 4 Qu’ils viennent avec nous les faiseurs de tours et les photographes de la place les vendeurs de glace et le mendiant aux jambes tordues dans le dos l’aiguiseur de couteaux et le nain pâle qui se traîne sans jambes. Qu’ils viennent les gaspilleurs de fortunes Les vieux ouvriers de l’aventure ceux qui firent le chemin de fer et traversèrent le désert et qui lèvent maintenant une main qui tremble avec l’aide d’un haillon attaché au poignet. Qu’ils viennent avec nous les saints imberbes traversés de longues épines les musiciens obèses les charlatans aphones et le jeune voleur qui porte sur l’épaule tout le poids de la vierge couronnée. Qu’ils viennent le docker paresseux celui qui se cache dans la cale d’un cargo pour jouer de l’harmonica et les prostitués des quais celles qui s’endorment à l’aube violons dénudés. Qu’ils viennent avec nous les enfants affamés vendeurs de pommes et de moulins de papier et même les simples fous avec leurs simples visages ravagés par le chagrin. Qu’ils entourent l’arbre comme les signes d’un zodiaque quotidien avec leurs corps amers et assoiffés et leurs voix de fantômes perdus dans la poussière solaire. 5 Nous irons au quartier le plus pauvre là où chante l’espace ouvert entre le tumulte des machines cassées et l’ordure aigre et limoneuse. Nous irons par un sentier semé d’insectes lumineux entouré par la grande ville intouchable comme le grisou. Nous traverserons le terrain de sport où dorment les chevaux du cirque dans leur rêve de fumée. Nous irons à ce lieu au-delà des dernières rues sans issue. Nous irons nous asseoir ensemble sur les gradins de terre tassée dans les limites précises du poème : il brûle comme un grand feu de feuilles sèches. 6 Il ne pousse pas dans la terre mais dans le cratère d’un volcan éteint sur le fond tari de la mer dans les excréments du diable sur la mort même. Il pousse amarré à l’horizon poussiéreux appuyé sur des béquilles de fer mesurant la lumière et les signes d’ une grande pierre bleue sillonnée par les traces aériennes de l’araignée. Il pousse en entraînant une population de spectres dans l’érosion du vent. 7 La marée basse découvre de vastes grottes pleines de nos voix de rameurs les coquillages de nos rires une image d’ailes et de voiles déployées que laissent les bateaux en tissant sans s’arrêter l’horizon et la mémoire. Ce sont les murmures de l’arbre navigateur sur la misère de l’homme sans langage ce sont nos voix qui reviennent comme scorie de mer. 8 Le bois qui rêve nous attache à ces voix. Viens sous l’ombre du mât y écouter l’histoire de ta vie : Météorite qui raye la mémoire et le regard. Pierre lumineuse qui chante dans la distance du miroir. Personne ne dira que tu es seul avec les mains sur la nuque dans la racine de la pierre. 9 Personne n’a de chance parmi nous appuyés au mur des mendiants même pas les fantômes du cirque qui cavalcadent sur la plage près d’un monstre moribond. Personne n’a de chance sous les peupliers et leurs forteresses d’herbes folles ni sous les eucalyptus de la côte qui passent sur l’eau immobile. Sous les grands arbres nous oublions l’odeur de la mort. Et un mage nous montre une main où tourne une monnaie d’argent et une autre où tourne une émeraude. 10 Nous suspendrons aux branches notre costume de gens pauvres. Emigrants nous n’avons presque pas de souvenirs, seulement un héritage lointain d’objets qui ne servent à personne rescapés d’un naufrage de choses infimes manteaux qui s’envolent comme des cerfs-volants chaussures fatiguées chemises de couleur. Nous suspendront aux branches nos vêtement de gens pauvres. Des squelettes d’enfants attachés avec des rubans de couleur. Reliques. Qu’on les brûle dans la cire de la lune ! Qu’on brûle aussi le poids sordide de l’homme sans mémoire. Qu’elles se lavent dans la rosée et s’éveillent avec les oiseaux apatrides à la rencontre des voix. Les vents alizés lèvent sur la mer le spectre de l’arbre musicien. 11 Nous irons sous les grandes mains de cendres vertes. On nous donnera à manger. On nous racontera une histoire extravagante aux sonorités délicates aux mots rompus. On nous montrera un cirque de masques et de voix et nous dormirons comme des enfants nus dans l’immense cuisine de la nuit. 12 L’arbre se déguise en cirque de paons et d’acrobates. Souffleurs de verre siffleur inventif dialecticien inépuisable perroquet voyant et guérisseur. Automates qui dansent la partition de l’hirondelle lanceurs de couteaux qui ont les yeux bandés et poulpe géant plus bleu qu’indigo presque endormi parmi les coraux étreignant de ses tentacules la ville imaginée. L’arbre se déguise en joueur d’échecs il soulève les dalles de la perspective. Exorciste aux lourdes mains tachées d’ailes de papillons, ange à tête de faune et nonne énamourée qui feint de dormir vêtue seulement de chapelets de ficelle et de monnaie de verre. Dans la nuit l’arbre se déguise en matelot pour se tatouer les bras et les jambes pour se laisser embrasser par les prostituées ivres et pour pleurer sur les quais dans la fumée de l’aube. 13 Que vienne aussi mon père jouer aux cartes sous l’arbre. Unique solitaire dans les purs rites de l’aube. Que viennent mes amis malchanceux le séducteur de la princesse celui qui lutte contre l’ange ceux qui ont pleuré en pleine rue et la femme qui fuit le poète. Que vienne jusqu’au dédaigneux celui qui secoue la poussière de sa veste quand il passe sous un vieux poème. Qu’ils viennent tous en traversant le fond tari de la mer pour rire de ma face de poète rongé par le chant de la sirène. 14 Qu’ils viennent les bannis les sordides et les traîtres les infirmes les mutilés les amnésiques les lâches les solitaires. L’homme sans yeux et sans sexe l’homme aux mains liées derrière le dos. Ceux qui ont étés fusillés à la sauvette entre briques et tonneaux à l’aube sur un quai pourri. Ceux qui ont été traînés dans la boue sans laisser de traces Et les dieux sans pouvoirs oubliés châtrés humiliés et qui nous ont laissé des signes difficiles à déchiffrer. 15 Avec l’humilité des pèlerins approche-toi de l’arbre-sans-peur couleur d’ombre rouge pour demander conseil à sa tendresse de païen : "pprends-moi à me tenir debout, à dominer l’espace sans imiter la mort." 16 L’arbre était entouré de labyrinthes. Il apparaissait en rêve ou derrière une fenêtre. Il nous excluait de la vie comme une passion étrangère. Perdu dans sa propre mémoire et parmi ses voix errantes il disparaissait parmi les portes dérobées du matin il apparaissait là où personne ne l’attendait chargé de fleurs et d’abeilles comme un prêtre qui murmure sa folie paisible dans l’éclat d’un feu immobile. Théâtral et lointain il confondait la caresse et l’étreinte. Derrière une photographie de famille il montrait un visage hagard fait de nuages et d’oiseaux. Ou bien nous oubliions l’arbre. Nous voyagions en chemin de fer sur la terre irréelle. Brusquement nous traversions le fracas de ses chansons vagabondes et l’arbre s’éloignait pour toujours comme un poète dans la foule. 17 Et le poème disparaît en ses propres traces il s’est fait clandestin comme l’or dans la mémoire des aveugles ou la missive que porte près du cœur le messager dans la steppe. Ce que nous avions à dire et que nous n’avons pas dit n’est pas disparu il a seulement perdu son support il reste devenu murmure dans la poussière solaire. Ce que nous avions à dire et que nous avons dit sans écriture ni témoins n’est pas mort mais resté à l’état de murmure dans sa cuirasse de cuivre et de plumes vertes. Le poète s’est métamorphosé en respiration nouvelle de qui est près ou qui est loin ou qui est en voyage qui arrivera demain comme une résurrection de paroles. 18 Repose bien ta tête dans la paix de mes racines. Je suis la voix que fait entendre par ton allégresse le conteur d’histoires et de mensonges qui apaisent dans l’intimité de l’ombre et sous la démesure des gestes. 19 Et le poème est une tache de vent sur la mer acier souillé par des rêves qui s’éloignent murmures de galaxie dans la concavité de ta mémoire éclairs effacés sur la plage. Traduction : Claude Couffon, 1982 |
Autres textes du même auteur : Prisiones - Prisons Retorno - Retour Viento Sur - Vent du sud |
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La poésie, c'est les paroles éparses du réel (Octavio Paz)
Gil Def- Admin
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Date d'inscription : 16/11/2007
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